Buenas tardes estimados estudiantes
TEMA: Utilitarismo
EVIDENCIA DE APRENDIZAJE: Comprender los conceptos básicos del utilitarismo, incluyendo la idea de mayor felicidad para el mayor número y el papel de la utilidad como criterio de valoración en decisiones éticas.
DESARROLLO DEL TEMA:
Pregunta problema: “En una situación de emergencia, como un accidente o una decisión de salud pública, ¿es correcto priorizar el bienestar de la mayor cantidad de personas incluso si ello implica tomar decisiones que perjudiquen a algunas personas inocentes?”
¿Qué harías si tu decisión puede beneficiar a muchos, pero perjudica a uno solo?
EL UTILITARISMO
La doctrina
utilitarista es definida por dos elementos: la felicidad y el
consecuencialismo. La
felicidad
utilitarista, es el componente más grande en el que todo ser humano investiga.
En la doctrina utilitarista todo lo que es útil, relacionado con el principio
de felicidad es bueno y deseable en donde el nombre de la doctrina: el
utilitarismo, se escarole bajo el principio de utilidad. La utilidad, es todo
lo que contribuye a la felicidad de cualquier ser racional. El criterio del
bien y del dolor se encuentra en un equilibrio entre la felicidad del individuo
y el de la comunidad, " cada uno es valorado de manera igual "
(Bentham, Introducción a los principios de moral y de legislación).
El
consecuencialismo del utilitarismo se encuentra en el hecho que una acción debe
ser juzgada para
sus
consecuencias por la felicidad del número más grande de personas. Es decir, mi
principio de felicidad deja de ser en el momento en que se disminuye la
felicidad de otro individuo o del del número más grande de individuos de una
sociedad o comunidad. Así como la libertad individual se concibe en el respeto
de la libertad de los individuos y de la comunidad, mi libertad deja de ser
cuando se atenta contra la libertad de los individuos o contra el buen
funcionamiento de la sociedad.
Podríamos decir
que el utilitarismo es la continuación de la legislación romana, y que su aspecto
moderno se encuentra en el hecho que la doctrina utilitarista añade una
dimensión, ya sea económica, legislativa y política hacia un concepto ético, el
de la felicidad y del bienestar. Es esta perspectiva, en dónde se analiza el componente
moderno de la doctrina que evolucionará a lo largo del siglo XIX, para
terminarse con Sidgwick, en el que llega a dar a esta doctrina una dimensión práctica
y racional para nuestra sociedad moderna, ya sea en el aspecto económico,
político y ético.
Jeremy Bentham
(1748-1832) fue un afamado filósofo, jurista y político inglés. En su consideración
de la utilidad del placer subrayó la importancia de la imparcialidad para
considerar a todo ser humano como ser a tener en cuenta en su búsqueda de
placer. Esto es algo que rompía con el tradicionalismo clasista de las
sociedades antiguas. Significaba que una sociedad no ha de valorar como
superior el placer de una persona por
ser
aristócrata, o por ser más adinerado que otra persona no aristócrata o con poco
dinero. Entre sus obras destacamos "Introducción a los principios de la
moral y de la legislación".
Entonces, lo
bueno moralmente sería buscar aquello que diera mayor placer a la mayor
cantidad de gente sin importar su extracción social. Para ello Bentham ideó una
serie de reglas de cálculo de placeres. Esto a simple vista es fácil de
entender y es muy conciliable con la mentalidad democrática actual. No
obstante, surgieron problemas con este cálculo: primero, cómo calcular el grado
de placer de cada individuo de modo cabal, siendo como es la vivencia del
placer algo tan personal, tan subjetivo, y cómo "sumar" experiencias
que, al ser tan personales, son difícilmente equiparables. Otro problema
importante era el relacionado con la posible calidad de los tipos de placeres;
aunque Bentham no se pronunció sobre ello parecía claro que aun considerando
valioso por igual el placer de todas las personas, sin distingos de clases, los
seres humanos culturalmente dan más valor social y/o moral a unos placeres que
a otros, por tanto tal vez debería hacerse una clasificación lo más objetiva
posible de calidades morales de los distintos tipos de placeres.
En la solución
de este problema de las calidades de los placeres destacó el utilitarista John
Stuart Mill (1806-1873), filósofo, político y economista inglés. Stuart Mill
recogió la teoría de Bentham, la estudió y la complementó con aportaciones originales.
Una de sus obras más importantes se titula precisamente "Utilitarismo".
Hay una frase de Stuart Mill que se ha hecho famosa: "Prefiero ser un
Sócrates insatisfecho antes que un cerdo satisfecho", lo que, de modo muy
expresivo, viene a querer decir que no todo placer es deseable ni personal ni
colectivamente. En el cálculo de placeres además de tener en cuenta a la
sociedad
en su totalidad
hay que tener en cuenta la pertinencia moral de la calidad del placer. Claro, que
para ello, como dijo Stuart Mill, los miembros de la sociedad han de estar bien
informados, bien instruidos y educados, y sin imposiciones, desde la libertad
como valor importante, han de poder descubrir y elegir aquellos placeres de más
valor, que les realizarán más como personas tanto a nivel individual,
buscándolos individualmente, como a
nivel
colectivo, fomentándolos solidariamente.
TIPOS DE
UTILITARISMO
Utilitarismo
negativo
Muchas teorías
utilitaristas defienden la producción del máximo bienestar para el máximo
número de personas. El utilitarismo negativo cree necesario prevenir la mayor
cantidad de dolor o daño para el mayor número de personas. Los defensores de esta
interpretación del utilitarismo argumentan que ésta propone una fórmula ética
más eficaz, pues hay más posibilidades de crear daños que de crear bienestar, y
los daños mayores conllevan más consecuencias que los más grandes bienes. Es lo
contrario del utilitarismo positivo. Defienden la
producción del
máximo bienestar para el máximo número de personas.
Utilitarismo
del acto contra el utilitarismo de las normas Se han propuesto otras formas de
utilitarismo. La
forma
tradicional de utilitarismo es la del utilitarismo del acto, que afirma que el
mejor acto es el que aporta la máxima utilidad. Una forma alternativa es el
utilitarismo de las normas, que afirma que el mejor acto es aquel que forme
parte de una norma que sea la que nos proporciona más utilidad.
Muchos
utilitaristas argumentarían que el utilitarismo no sólo comprende los actos,
sino que también los deseos y disposiciones, premios y castigos, reglas e
instituciones.
Utilitarismo preferencial
En un tipo
particular de utilitarismo que define a la utilidad en términos de satisfacción
de las preferencias. Los utilitaristas de la preferencia afirman que lo
correcto a hacer es aquello que produzca las mejores consecuencias, pero definiendo
a las mejores consecuencias en términos de satisfacción de las preferencias,
que incluiría conceptos como la "reputación" antes que el puro
hedonismo.
La Visión
antropológica (Concepto de hombre en la que se fundamenta la teoría)
El utilitarismo
ha descartado la primera y fundamental dimensión del bien, la del bonum honestum.
La antropología utilitarista y la ética que se deriva, parten de la convicción
de que el hombre tiende básicamente al interés propio o del grupo al que
pertenece. En suma, el fin de su acción es el beneficio personal o corporativo.
Naturalmente, también el bonum delectabile fue examinado por la tradición
aristotélico- tomista. En su eflexión ética, los grandes pensadores de esta
corriente se daban cuenta perfectamente de que la puesta en práctica
de un bien
honesto comporta siempre un gozo interior, la dicha del bien. En el pensamiento
utilitarista, la dimensión del bien y la dicha que comporta ha pasado a segundo
plano en favor de la búsqueda de la utilidad y del placer. El bonum delectabile
del pensamiento tomista se ha emancipado en cierto modo en los nuevos
planteamientos,
convirtiéndose en un bien por sí solo.
Según la visión
utilitarista, el hombre busca con sus acciones ante todo el provecho, no lo
digno (honestum). Es cierto que utilitaristas como Jeremy Bentham o John Stuart
Mili subrayan que no se trata únicamente de los placeres de los sentidos.
Hay también
placeres espirituales. y sostienen que deben tenerse en cuenta, a la hora de
hacer el llamado «cálculo de los placeres». Precisamente este cálculo, según su
modo de pensar, es la expresión «normativa» de la ética utilitarista: el máximo
placer para el mayor número de personas.
A esta
perspectiva se debe adecuar el proceder del hombre y la cooperación entre los
hombres.